Llego el día, en Ucrania. El equipo se adapta a la ciudad de Kiev, la primera vez que estuve era todavía URSS y enseñaban los restos que había dejado la invasion de la Alemania del III Reich y como había luchado el comunismo.
Ahora se juega una final por política, como se conceden las sedes o dinero, aunque es un petardo ir hasta allí. Nosotros vamos a ganar donde sea.
Hemos pasado por estas experiencias y siempre es lo mismo, emoción nervios. Recuerdo que he visto todas en el campo o tv desde 1960, hubo una en la radio. También vi las que perdimos porque jugamos peor, cometimos errores o acertamos menos.
No puedo sentir las sensaciones del jugador solo las emociones del hincha y sabes que esto es un juego donde normalmente gana el que mejor lo juega, entiende el partido, falla menos, acierta más o tiene suerte. Esto último en ocasiones es determinante.
Lo de la suerte va desde el portero que pare, al delantero que marque. Lo ideal es que todos jueguen juntos, apoyados, concentrados, ayudándose y dejándose la vida como si fuesen la última vez que van a jugar con esa camiseta.
La experiencia cuenta y la ilusión de hacer algo por primera vez también. Recuerdo finales que ganamos con holgura en Madrid, Stuttgart, Glasgow, París o Cardiff, las otras fueron igualadas con momentos claves ante clásicos de Europa o equipos que lo intentaban por primera vez.
El Liverpool, con todo el marketing de la Premier, Beatles incluidos y el antimadridismo añadido, es sobre todo un buen equipo, muy trabajado, a gusto de Kloop y que ha llegado por méritos propios, peligroso, para mí es otro rival que hay que derrotar, que se interpone en nuestro camino. Nada personal.
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