"Puede que funcione", dijo el presidente, poco aficionado a decir muchas cosas.
Llega la moción, un poco inesperada, pero llega. En una democracia como la de España no deja de ser un procedimiento, una herramienta. La llamada oposición, variada en este caso, se ha unido, eso parece, para echar al presidente, con su partido, del gobierno y poner a otro. Obviamente es un proceso de debilitamiento. El gobierno ha ido perdiendo apoyos en elecciones y parlamento ( en encuestas mucho más) y la oposición en otro intento va a intentar echar a Rajoy. El detonante puede que haya sido la última sentencia. Hasta ahí todo normal. En todos estos casos de corrupcion que marcan a ex ministros y ex presidente, hombres fuertes del partido, queda la duda, no contestada adecuadamente, de cuánto sabían los máximos responsables de cada momento. Esta duda, desgasta, consume y harta, aunque sea mentira. Claro que sí es no cierto habría que aclararlo inmediatamente. El silencio en este caso otorga. El partido del gobierno tiene demasiada gente en prisión y una sensación de haber funcionado con el principio político de " ahora nos toca a nosotros".
No veo ningún problema, el meollo de la cuestión es que tienen en común, que une a los otros partidos que van a lanzar la moción y cuál es la alternativa. Además del "odio" a Rajoy y una catarata de demagogia no presentan ni argumentos, ni soluciones ni alternativas claras. Se puede- y seguramente se consiga- llegar al gobierno diciendo que ha habido mucha corrupcion, sin embargo para gobernar hace algo más.
Esa es la auténtica tragedia.
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