sábado, 6 de marzo de 2021

Fratelli tutti

Un viaje de tres días, la vida es eterna en tres días. El papa Francisco tiene 84 años, está realizando un viaje por Irak, son varios los hitos, quizá uno de los más relevantes sea la visita en su casa de Nayaf al anciano ayatolá Ali Sistiani, 90 años, chiita, nacido en Irán, un individuo curtido, acepta un gesto; todo esto, como los acuerdos conseguidos con el ayatolá sunita hace un par de años ,son sobre todo símbolos que no soy capaz de medir en sus consecuencias, la diplomacia más fina, sutil, del planeta, la sabiduría, la complejidad del Vaticano. Chiitas y sunitas desde el siglo VII peleándose a muerte, no se lo que sería el mundo si el Islam fuese uno. El Papa debe sentir sensaciones que no me atrevo a imaginar, en una casa humilde, descalzo, con intérpretes, de alma a alma, con alguien que ha entregado su vida a una creencia, con dudas, inseguridades, certezas, supongo que con gran honestidad por ambas partes, sin mascarilla, sin ingenuidades, se han hecho la foto, la conversación no ha trascendido, los dos deben ser seres humanos que saben la muerte cercana, que tienen creencias diferentes sobre lo que les espera o quizá muy similares, que confían en Aquel que uno llama Alá y otro Dios. Su edad es la que es, su sabiduría también y el Papa intenta un gesto algo que mejore las relaciones que evite problemas del pasado, seguramente cree en la Providencia que le guía, piensa en que es simplemente una herramienta en muchos siglos, que el hombre propone y Dios dispone. Lo de fomentar la colaboraciṕn, amistad entre las distintas religiones, seguridad ante la injusticia, seguro que le parece bien al dios de los tres aunque el chiita y sunita sea el mismo, es muy malo mezclar política y religión, sólo beneficia a los políticos y alguien ya dijo "mi reino no es de este mundo", claro que entonces hay que creer en otro mundo, espiritual.

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