martes, 8 de diciembre de 2015

Y llegó el debate decisivo

Una vez en Francia, 2007, vi el debate entre S. Royale y N. Sarkozy por la presidencia de la república,  mano a mano, yo no votaba, tenía curiosidad; sólo saqué una conclusión clara, madame Royale no era una mujer de estado, fue patética su inutilidad; el oponenete no tuvo mucho que hacer, hasta estaba sorprendido. En este caso la modalidad a cuatro presenta otros escenarios.
Lo trascendental es que se van a decidir los indecisos; lo que dirían los "Inútiles" de la película de Fellini, me lo imagino por que harían hincapié en los insultos a la inteligencia.
Se autotitula debate decisivo. Los organizadores hablan de "santuario sagrado de la pasión política", otros de histórico momento, fiesta de la democracia. Eso de decisivo lo adjetivaban en Atresmedia y La Sexta, es decir donde se podía ver. A los tertulianos de ambas cadenas no les quedaba más remedio que hacer propaganda, se recurre a JFK y Nixon sin mencionar detalles de odiosas comparaciones.
Lo cierto es que antes de este partido a cuatro me esfuerzo por ver-oírlo y comprobar lo que dicen tres como candidatos a la presidencia y una cuarta como representante de un equipo. Los temas iban de economía, estado del bienestar y reformas institucionales.
¿Quién dió imagen de hombre/mujer de estado? 
Preguntas lógicas, de la calle. donde se ve el nivel de la calle; preparados para decir lo que quieren y que les oigan. Las cifras aburren, los datos se manipulan y se promete de todo, como la vieja canción "Parole, parole, tu siempre me dice parole"
Vi al candidato del PSOE atacando la ausencia de Rajoy (como todos más o menos), entrenado en las respuestas, ensayado (como todos) con miedo, sin ideas propias, entre los tópicos, un tanto patético.
Al de Ciudadanos, vigoroso, entre el pasado, presente y futuro, intentando un equilibrio complicado; sensato en un circo de insensateces.
El de Podemos de rompedor, demagogo en exceso, hablando a los suyos y recalcando la retahíla de escándalos de estos cuatro años, nombres y vergüenzas.
La vicepresidenta del PP, tenía una papeleta ante la ausencia de Rajoy y el ataque por la corrupción; compensaba con la experiencia de gobierno, pero no es demagoga de personalidad, sufre demasiado.
Al final todos creen que han ganado como en las elecciones.

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