miércoles, 16 de diciembre de 2015

Que la fuerza nos acompañe.

No soy un devoto de Star Wars, aunque las he visto todas y más de una vez; casi nunca me han enganchado hasta el final ni en el cine, porque en televisión una película tiene que ser realmente de mis gustos para acaparar mi atención; no existe la oscuridad de la sala ni la magia. 
Alguna si me llegó a gustar, no entusiasmar, como la que se considera ahora Episodio VI; me gustaba Darth Vader más que ninguno y su voz , la de John Earl Jones. He comprado mucho juguetes y figuras, así como alguna burguer por ellos.
Se ha estrenado la última con actores nuevos y viejos, seguro que tendrá mucho éxito en millones de recaudación.
La historia al principio de los tres entregas IV, V y VI, me despistaba. La lucha entre el lado oscuro y el bien. Luego empecé a entender que era una historieta tan antigua casi como el ser humano en espera de un mesias que solucione.... ¿El qué?
Los Jedis, caballeros en el mejor sentido, prototipos de los héroes desinteresados, servidores de sus semejantes o de los monstruos variados que les acompañan por la Galaxia, como amigos o enemigos, son muy atractivos para cualquier niño o adulto que busca el ideal todavía. 
Al final parece que se trata de la eterna lucha entre el bien y el mal, con alusiones a los tiempos de la Roma Imperial, al divino César, a la República y supongo que tendrían elecciones y debates teletransportados.
Claro que si al final la maldad del Emperador quiere controlarlo todo para obtener su propio beneficio poniendo cara de mal muy malo, no hay mucho de novedad.
Cuantos años luz gastados, cuantos inventos, progreso y ciencia invertidos para llegar al dilema de un señor de calvicie prematura ante un río, que pasó a la Historia, para decir.
"Alea iacta est"
Ahí queda eso maestro Joda.

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