viernes, 2 de agosto de 2019

De bien nacidos es ser agradecidos.

Hay una cosa que me ha llamado siempre la atención y es la necesidad humana por justificarse. 
Conozco muchas personas que te preguntan qué estas haciendo y a continuación te dicen que ellos están muy ocupados y trabajando, como si ambos términos fuesen sinónimos, les importa un pimiento a lo que te consagres, tus sueños. Es cierto que la mayoría de la gente se dedica a hacer algo, trabajar le llaman, estar ocupados, porque no hacer nada es terrible. Lo que casi nadie cuenta es si lo que hacen es interesante, si les produce satisfacción, les llena. Supongo que se trata de hablar por hablar, ser sociable, cubrir las apariencias. Un arte ese de hablar y no decir nada.
Al mismo tiempo contemplé una familia donde los hijos se debaten entre Podemos y lo opuesto. Lo opuesto no es VOX, el PP o Cs, es simplemente que lo que representa Podemos, totalitarismo comunista superado, nada de nada. Me imaginaba a esa misma familia, o similar, en el cálido verano del 36, en el calor de Madrid en todas las acepciones de altas temperaturas. No hubiese acabado nada bien la discusión política entre hermanos, la eterna España de Caín y Abel. Ahora, por suerte, se van de vacaciones cada uno a un sitio, el estómago lleno y años por delante para seguir discutiendo de lo mismo, sabiendo que ninguno está en posesión del equilibrio necesario.
Debemos dar gracias, a quién corresponda, conforme a creencias, conocimientos y experiencias. En la España de hoy las siestas son tranquilas y vivimos muchos años, aunque pocos disfrutemos.

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