¿Desescalada? No quiero hablar.
A mi me da la impresión de un gobierno más perdido que un pulpo en un garaje, no quiero hablar de covid-19, que se muy poco. Creo que las razones de este despiste, además de erróneas decisiones anteriores, residen en el hecho de no saber con cierta precisión cuál es la situación de la pandemia en territorio nacional, gente realmente contagiada, asintomáticos, con anticuerpos, necesitan estos datos. Voy a hablar de fútbol, no disponen de medios. Mientras hablan de autorizar el fútbol.
Me regalaron el libro "Puskas on Puskas" (siento que no lo escribiese un español en español) de un inglés, Rogan Taylor, un inglés de Liverpool. Mientras lo acababa falleció Michael Robinson casi vecino, en mi casa anterior de Madrid, jugador del Liverpool entre otros, ganador de la Copa de Europa, amante del rugby, que uno de mis hijos intentó aprender en su equipo de niños. Inglés simpático, educado, con gran sentido del humor, veloz, sagaz, adaptado a la complicada idiosincrasia hispana, valiente, sabedor de las limitaciones humanas, que se ha ido en esos misterios de la vida, no por el coronavirus. Lo he sentido.
De Puskas no he aprendido mucho. He verificado que en Inglaterra era mucho Puskas, después de aquel 3-6 en Wembley, su primera derrota. Luego el 7-3 con el Madrid en Glasgow. Quizá dejar para los que no lo saben que jugó 20 años en dos de los mejores equipos de la historia, Hungria, (de Kocsis, Bozsik, Hidegkuti, Czibor...) y el Real Madrid (de Di Stéfano, Kopa, Gento, Rial, Santamaria, Del Sol,...). Lo fue todo en su tierra, en el mundo, supo adaptarse al Madrid, otra velocidad, otros jugadores, otra función. Maravilloso. Eso si perdió la final del Mundial 1954, el único partido desde 1950, el milagro de Berna para los alemanes, a los cuales ganaron 8-3 en la fase de grupos, 4-2 a Brasil y Uruguay, los dos favoritos, en cuartos y semifinales. En la final iban ganando 2-0 para quedar 2-3. Y es que como dijo Pancho Puskas los partidos duran 90 minutos. Hasta el final, como el puñetero virus.
A mi me da la impresión de un gobierno más perdido que un pulpo en un garaje, no quiero hablar de covid-19, que se muy poco. Creo que las razones de este despiste, además de erróneas decisiones anteriores, residen en el hecho de no saber con cierta precisión cuál es la situación de la pandemia en territorio nacional, gente realmente contagiada, asintomáticos, con anticuerpos, necesitan estos datos. Voy a hablar de fútbol, no disponen de medios. Mientras hablan de autorizar el fútbol.
Me regalaron el libro "Puskas on Puskas" (siento que no lo escribiese un español en español) de un inglés, Rogan Taylor, un inglés de Liverpool. Mientras lo acababa falleció Michael Robinson casi vecino, en mi casa anterior de Madrid, jugador del Liverpool entre otros, ganador de la Copa de Europa, amante del rugby, que uno de mis hijos intentó aprender en su equipo de niños. Inglés simpático, educado, con gran sentido del humor, veloz, sagaz, adaptado a la complicada idiosincrasia hispana, valiente, sabedor de las limitaciones humanas, que se ha ido en esos misterios de la vida, no por el coronavirus. Lo he sentido.
De Puskas no he aprendido mucho. He verificado que en Inglaterra era mucho Puskas, después de aquel 3-6 en Wembley, su primera derrota. Luego el 7-3 con el Madrid en Glasgow. Quizá dejar para los que no lo saben que jugó 20 años en dos de los mejores equipos de la historia, Hungria, (de Kocsis, Bozsik, Hidegkuti, Czibor...) y el Real Madrid (de Di Stéfano, Kopa, Gento, Rial, Santamaria, Del Sol,...). Lo fue todo en su tierra, en el mundo, supo adaptarse al Madrid, otra velocidad, otros jugadores, otra función. Maravilloso. Eso si perdió la final del Mundial 1954, el único partido desde 1950, el milagro de Berna para los alemanes, a los cuales ganaron 8-3 en la fase de grupos, 4-2 a Brasil y Uruguay, los dos favoritos, en cuartos y semifinales. En la final iban ganando 2-0 para quedar 2-3. Y es que como dijo Pancho Puskas los partidos duran 90 minutos. Hasta el final, como el puñetero virus.