miércoles, 3 de febrero de 2021

Carracuca.

Yo confieso, estoy más perdido que Carracuca que creo era cántabro, bonita tierra donde las haya. No he ido al psiquiatra que me encntaría porque es caro, un amigo que lo es, me dijo hace mucho que no me hacia falta, me hacía ilusión que me analizase, lo dijo tan seguro. Lo he comentado en alguna ocasión escribir es como una gimnasia diaria para mí, un ejercicio por lo menos al nivel que lo hago, la exigencia está dentro de uno mismo, la inspiración no siempre llega, ahora menos. El libro que estoy acabando me cuesta, es repetitivo, duro de digerir, no pasa el tiempo rápido, me resisto a fondearlo. La realidad no inspira, ni las elecciones en Cataluña, ni el gobierno, ni el futuro de España, ni la supuesta guía de los USA, el mundo sajón más perdido que su Carracuca, no digamos la Desunión Europea, los políticos, Bárcenas declarando, el vice peinándose, su señora, eso que no veo la tele; hasta el mundo del fútbol me produce bajón, porque a mi sólo me gusta el Madrid, y no juega nada bien, a eso hay que añadir el enemigo, en todos los frentes, no me consuela ni el Duo Dinámico, que nunca me consolaron, los dos juntos. Las nominaciones a Los Golden  Globes son ...lo que son. Lo sé, yo confieso, me quedan los clásicos, nunca fallan, he estado a punto de volver a Las Leyendas de Bécquer que he encontrado en una libreríaa pública, me he contenido. Si empezase El Quijote sería la quinta vez  completa, qué pretencioso suena; podría indagar entre los estudiosos del Jesús Histórico que ya conozco lo poco, muy poco, que hay contrastado. Me quedo con los niños, hasta esa edad donde prima la inocencia por muy espabilados, listos, rápidos que sean, no podrán ser siempre así aunque le pongas un ladrillo para que no crezcan

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