lunes, 20 de junio de 2022

Año duro.

Me viene a la cabeza el baloncesto del Fiesta Alegre con esa pared lógica de frontón, otros tiempos con Unión Soviética de señores todos iguales, nada de Putines del tres al cuarto; por supuesto España era una dictadura el mundo lo que era, la diferencia son los quince años de edad, con los de ahora, muchos más, incluso sin ningún argumento científico soñaba que pudiese llegar al 1,86 metros, no fué así. Esta temporada hay que hablar del espíritu, o lo que sea, del Madrid de baloncesto, de lo físico al final, seguramente el Sr. Pérez hoy estará feliz porque es de los del Pabellón de la Ciudad Deportiva aunque esto no sea la NBA. Ha habido muchas dificultades, una fase de derrotas seguidas, inseguridad, muchos lesionados importantes, regresos, un enemigo a nivel nacional que teóricamente es mejor porque se gasta más y lo dicen los expertos, un entrenador tocado en su corazón, otros en sus asuntos más personales. Mucho corazón, quizá al final, en cuatro partidos, han sido los hombres altos,  como en los viejos tiempso, los gigantes como Tavares, la fuerza de Yabusel, no ayer, Causeur, Poirier, Hanga y nuestros mosqueteros de siempre.

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