Hay toros que son incómodos, incluso saltarines. Hablan de la incomodidad de Turquía como socio de la Alianza Atlántica porque se opone al ingreso de Suecia y Finlandia que nunca quisieron ser parte y ahora si, cuando la NATO no se sabe bien qué y hasta donde estaría dispuesta a llegar, no la organización sino los países miembros, las capitales, la primera Washington D.C. Turquía como todos los países juega sus bazas, a veces complicadas como el equilibrio de sus estrechos entre Oriente y Occidente. En la UE cuenta con la oposición de Alemania que en otro tiempo le apoyó, UK ya no cuenta, Francia en sus sutilezas no apoya, Grecia es mortal enemigo; las cuestiones de los derechos humanos y nivel de democratización son obstáculos esgrimidos y otros muchos ven un peligro en la mayoría musulmana de muchos millones de personas. En la NATO durante los muchos años de Guerra Fría la vida a bajo precio de millones de soldados turcos era el precio a pagar por los USA para frenar a la URSS, en sus fronteras, o instalar misiles, al fin y al cabo el mismo negocio que hizo el camarada Stalin contra el pánico que producía Hitler, con Cḩurchill a la cabeza, la diferencia es que en la Guerra Fría la factura no fue de millones de muertos. Sorprende que los titulares se vayan a humo que tanto vende,
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