domingo, 26 de junio de 2022

Un día de San Eugenio.

Mi padre compró un tocadiscos automático en Melilla, el entrañable pedazo de España donde tanto disfruté, allá por 1957, recuerdo la frontera de Málaga después de desembarcar del correo quizá el JJ sister que me parecía el "Titanic" sin quitar una tonelada sobre todo de noche, una experiencia entre fantasmagórica y de lujo, casi  nadie cenando mareado el pasaje, me acercaba al compartimento del radiotelegrafista entre algo que me parecía niebla. Luego en casa recuerdo la música, muchas canciones y un disco de cuentos. Mi padre ponía música había algún Lp como 'El Último cuplé" con doña Sara a la cabeza ente "El Relicario" o el "Ven y ven"; había varios de Lucho Gatica, los jinetes en el cielo de Elder Barber, otro de la tuna de Madrid, zarzuelas y Elvis, a mi padre le gustaba el rey aunque nunca fue muy monárquico por ser falangista de Cuartel de la Montaña, Modelo, Porlier y San Antón ¿dónde descubrió a Elvis Presley en medio de su vida y las comunicaciones de entonces? Los dos discos de 45 rpm que repetía eran "Hound dog y Jailhouse rock", luego más tarde volvió con "In the ghetto". Se supone que Elvis debía ser algo muy moderno para él, como para el mundo, con sus movimientos y desmayos, un fenómeno de masas que consideraba muy superior a Sinatra o a sus "italianos'', Bernardino Gigli, o los Modugno, Vila, de San Remo Arrivederchi Roma o Il vechio frac. En WB se estreno, con todos los participantes hace unos días, la peĺicula de Baz Lurhmann, que depende de lo que te guste este realizador que casi como Manolo Escobar apunta y no dispara.

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