Los problemas de los nombres de los jamelgos.

No es fácil ser político profesional, hay que tener demasiadas tragaderas; claro que depende del país y la situación.

Me he enterado que cambiar de nombre a un pura sangre, en Turkmenistán, es a partir de ahora ilegal; curiosa ley, que sus razones tendrá; claro que allí rige un dictador y los caballos "Akhal-Teke" gozan de gran reputación desde su aparición ancestral en Asia Central. 
Es una forma de gobernar y concentrarse en lo esencial. El iluminado de turno se levanta un día y sentencia que un valioso corcel no cambia de nombre de por vida; supongo que al noble bruto el tema le tendrá profundamente preocupado. Me dan ganas de investigar si Rocinante o Babieca cambiaron su denominación de origen para pasar a la Historia.

En la resaca post electoral de las Españas, que me temo será larga, no es tan sencillo, no basta con cambiar de nombre a los partidos.

Tras los resultados del 20-D, los expertos hablan de fin de "algo" y del principio de "no está claro  qué" con los mismos jugadores, que son los ciudadanos españoles; los mismos problemas y sobre todo una tendencia histórica a hacer las cosas de una manera muy nuestra. Por un momento todo se detendrá en busca de un número premiado en la lotería de Navidad. 

Da para que se hable, escriba y se hagan elucubraciones, buscando materializar una solución matemática con un algoritmo mágico. 

Incluso los expertos de países de la vanguardia europea analizan las similitudes entre las apariciones políticas con apoyo popular en busca de un hilo conductor, una razón profunda o una tendencia. En USA deben aburrirse mucho, porque desde 1776 llevan básicamente con lo mismo, que puede enfrentar pronto a un tal Mr Trump con una tal Mrs Clinton, a cada cual más esperpéntico y...nada que los aguantan cuatro años en busca de una mejor cosecha.

Me parece que hay nueva siglas, nuevas caras, la mayoría desconocidas, con una genética común, y que tienen que ponerse a trabajar para avanzar y eso hasta ahora pocos lo han hecho.