sábado, 15 de octubre de 2016

JFK.

Son unas siglas, un aeropuerto, un presidente asesinado y una peli. Una muy buena película de Oliver Stone que normalmente sabe hacerlas, en este caso con todo el corazón en el envite.
Los recuerdos en mi cabeza son los de un niño, un policía enseñando un rifle con mira telescópica y sobre todo el blanco y negro de la televisión,el rictus de dolor de Oswald al recibir la bala de Ruby y la cara de los policías. Esto es quizás lo que más me impresionó, la sorpresa del señor con el gran sombrero, luego me quedo con la imagen del pequeño John John saludando al féretro de su padre y las fotos de la autopsia, la cabeza destrozada del presidente.
¿Quién y por qué? 
No tengo respuestas claras, aunque el quién es mucho más complicado que las supuestas razones, cargarse a un presidente para que le reemplace a otro ha sido un camino ya utilizado en otras ocasiones. 
A muchos no les gustaba JFK, lo que hacía y lo que podría hacer si era reelegido.
No se lo que pensaría Dylan entonces o ahora con más perspectiva y Nobel a cuestas, que pondría por escrito, que blue escribiría.
Me inclino por algo ( ¿complot?) que, desde luego, utiliza al Crimen organizado de alguna forma, pero ¿y los poderes del estado de derecho?  ¿Qué pasa con las instituciones de la democracia que sólo sabe vivir en democracia?
Lo que no me casa son todas las imprecisiones del informe Warren, las irregularidades en varias fases de la investigación alrededor de los días posteriores al 22 de noviembre ( ese día incluido) y ... la bala mágica CE399.
Todo muy peliculero.

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