domingo, 16 de noviembre de 2014

Buen tipo este Isco. Los viejos errores del fútbol.

Ayer España ganó a Bielorrusia, ganó con soltura, muy bien. Bielorrusia es un equipo muy flojito, de un nivel muy inferior al nuestro.  Y es que esto del fútbol es cosa de dos, por lo menos. Y empiezas a leer cosas, a oír los mismos dichos, los tópicos. 
España es un equipo en formación y hay que renovar al que fue campeón del mundo, obvio. La misión corresponde a Del Bosque y no le veo capacitado. Una cosa es depurar a un grupo ya consolidado de excelentes jugadores en su plenitud (Mundial 2010) y otra renovar por completo y hacer un equipo nuevo. Y digo que Del Bosque no es capaz porque nunca lo ha hecho con éxito en ningún sitio donde ha estado, hasta el momento. Tendrá sus cualidades, no le juzgo como persona, será muy agradable trabajar con él, pero lo mejor que ha hecho es aglutinar y esto no es suficiente. No es un entrenador que controle los momentos, los partidos, esto lo hace raramente, son los jugadores los que  marcan el tiempo.
En medio sale Isco a la palestra, al cual veo cada dos semanas en Chamartín, recuerdo su debut contra el Betis y su gol salvador de aquel partido. Ya sabemos todos que es un excelente jugador, por eso está en al Madrid, y además es simpático, alegre, y se ha puesto a trabajar porque quiere triunfar en el Madrid. Se ha readaptado y demostrado que con trabajo se sale adelante, pero por favor no le pongan tareas imposibles. Podrá ser un jugador del recorrido de Iniesta y ojalá tenga su rendimiento, o mayor, pero no se puede construir un equipo alrededor de Isco. Pocos equipos se pueden construir alrededor de un jugador.
Un equipo necesita una defensa-portero seguros y fuertes, una idea de jugar en el centro del campo adaptada a los jugadores disponibles, capacidad física, entrega, lucha, calidad individual, gol y suerte. Y un entrenador que les convenza de lo que han sido, son y pueden ser en cada momento, sin vivir del pasado, rentas o estupideces de los expertos. Una idea clara, testaruda que meter en las cabezas de esos que lo saben todo, los jugadores, y convencerles de lo que no se creen capaces.
De los árbitros no hablo.

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