martes, 11 de noviembre de 2014

Don Blas de Lezo, Balón de Oro

Ahora comienzan las votaciones para ese trofeo futbolístico, el más apreciado y con mucho politiqueo como casi todos los premios, como casi todo. Ya el primer balón fue concedido a Sir Stanley por pasteleo de los expertos periodistas no porque un jugador de 41 años fuese el mejor jugador europeo o con pasaporte de un país de Europa (entonces no había la Desunión Europea). 
También lo fue por lo bien que hacen lobby los británicos que además lo hacen en inglés y lo inventaron, los españoles en lo del lobby en general somos flojitos.
En 1956 no se lo creían ni los corresponsales de The Times y Guardian juntos tomando una pint en Leicester Sq. No tengo nada contra Matthews, y mucho contra los premios y honores, no creo en ellos demasiado, pero me parece bien que don Blas de Lezo, aunque sólo fuese por el respeto que le tenían los de las Islas tenga una estatua en Madrid, en la plaza de Colón. 
También pienso en los balones de oro de Don Alvaro de Bazán, de Don Fernando Alvarez de Toledo, Alejandro Farnesio, Gonzalo Fernández de Córdoba y otros que lamentablemente olvido, me da pena que sean recuerdos en blanco y negro.
¿Y el espíritu? ¿Cómo se levanta un monumento al espíritu?
Lo que no voy a hacer es comparar a Don Blas con Nelson, cuando los ingleses nos llamaban los dones,nunca les vi jugar por otra parte y ambos pertenecen a ese siglo XVIII. Ambos eran hombres de mar, ambos medio hombres u hombres muy enteros, y uno pasó a la historia como el mejor y murió en combate. Tuvo la casualidad de enfrentarse al poder de Napoleón que produjo honda preocupación en Londres y junto a otros derrotó al francés, su verdadero enemigo. Su muerte en Trafalgar por una bala certera a un blanco anunciado les vino muy bien a los políticos. Horacio había dado mucho el coñazo además de ganar muchas batallas. En Tenerife le salvaron la vida los españoles, nunca se arrepintieron, en medio de su arriesgado asalto y puedo continuar su carrera.
Don Blas no gozó de tanta gloria ni fue utilizado políticamente, más bien fue ignorado, pero ahora se le recuerda y de bien nacidos es ser agradecido.

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