sábado, 16 de septiembre de 2017

Vendedores de humo.

Debo reconocer que el mundo puede que no vaya tan mal como parece o nos quieren hacer ver los vendedores o es una racha o estamos completamente perdidos, que es lo más probable.
Claro que se lo digan al que sufre, al padre/madre en paro con hijos y deudas, al enfermo irremediable, al perseguido, a los condenados en cárceles, a los desesperados, los que están solos, a las víctimas de injusticias o de sus propias limitaciones.
Hubo otro atentado9 ya se sabe de quién) en Londres, pero sin muertos, gracias a Dios; Mr. Trump y sus twitters; el coreano King y sus payasadas meditadas; el follón en Cataluña entre catalanes que nos afecta a todos; el cambio climático; la crisis y ahí seguimos. 
Nunca disfrutamos de tanto tiempo sin matarnos unos a otros.
Quizás es eso nada especial, parte de la vida. 
La vida tiene sus momentos malos, buenos y no tan malos ni tan buenos, todo llega todo pasa. Nos empañamos en ir contra nuestra naturaleza, no reconocer nuestras incapacidades o miedos y hay mucho vendedor de humo.
El otro día un señor jubilado, activo a su manera porque desconozco lo que hace, me contó que vendió una casa, que podría haber esperado porque el mercado sube, pero vendió.
Me aclaró que al fin y al cabo toda su vida ha sido un vendedor, de humo. 
Me congratulé de su éxito, estuve  apunto de felicitarlo, pero me di cuenta de que ser vendedor de humo es el deporte nacional y lo es porque triunfan porque venden. 
¿Qué enseña un vendedor de humo a los demás?

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