La noticia de las elecciones generales para noviembre en España llegó en plena Champions sin debacle del Madrid, por ahora.
Lecturas hay varias, ninguna novedosa, tristes como las caras o palabras de las actrices y actores de este drama de medios de comunicación, tertulianos y ciudadanos que no perdonan el aperitivo. Podríamos empezar por la incapacidad de los políticos o del presidente en funciones, cierto. El pueblo le votó, le ayudaron a ser presidente por una moción de censura. Este perdido/apuesto señor Sánchez es un producto de nuestro tiempo, no se si peor que Zapatero, inútil/iluso/inconsciente consagrado, pero eso ya lo sabían muchos de los miembros del PSOE, su ejecutiva, y salió, ambos salieron elegidos.
¿Quién se presenta que valga la pena?
También es Iglesias un producto de si mismo y la sociedad, como Ribera, Casado o Abascal. Nuestra sociedad no produce políticos útiles, de categoría, ser político es, hace mucho, ser un tipo que dice unas cosas que la gente quiere oir, repetitivas, simples, sin compromiso, vacías, demagógicas, ahora queda mejor si lo dice encima una señora, pero preparación, educación, conocimientos, cultura, espíritu de servicio, dedicación, valores, principios, ... escasos. Si no se dedican a eso la inmensa mayoría de los cargos políticos... ¿ a qué se dedican? En USA, el señor Obama, tampoco ningún fenómeno, ya tiene casa en Martha's Vineyards, Trump tendrá más y los Clinton se reparten las conferencias.
Ahora bien esos ciudadanos, diputados, senadores, cargos públicos, que nos mal representan, son como nosotros que dejamos mucho que desear en nuestra confusión, que ya dura, por egoismo o miedo a perder nuestra comodidad.
Tenemos lo que nos merecemos.
No se han puesto de acuerdo ¿ por qué?, ¿quién le pone el cascabel al gato de la fuente ¿qué se preguntarían Sócrates , Cicerón o Mourinho, dependiendo del tema, ante una cámara de televisión?.
Respuesta: el "asunto de Cataluña", sus consecuencias, no se encaran en público. No se hace por miedo, inseguridad, intereses, ignorancia o incapacidad.
Si no hubiese habido acuerdo por puras ambiciones personales, sueldos, prevendas de esposas o maridos, sería en la línea del acaudalado Abel Matutes al ser nombrado ministro por Aznar que anunció: "he llegado a la cima de mi carrera", entraría en el terreno de la miseria personal. Le hicieron ministro de Exteriores por su contribución al partido, Aznar pensaba que el ministro de verdad era él mismo.
Si se tratase simplemente de "algo personal", sería una cuestión menor, mezquindades humanas, ambiciones de Ubrique. Sin embargo lo de Cataluña es un fracaso colectivo acumulado por muchos responsables políticos, ya en el pasado, de gran envergadura, trascendencia, consecuencias.
¿En qué carrera soñaba el idílico empresario ibicenco? Qué glorias se les meten en la cabeza sin amueblar? ¿Cómo se pueden pensar esas cosas? ¿Es que ser ministro no es simplemente, honradamente, servir y perder dinero, ganar menos, currar más?