domingo, 20 de octubre de 2019

De Cuelgamuros a Mingorrubio

Estos dos nombres no los conocían todos los españoles, ahora los irán conociendo.Son nombre de fuerza en la palabra, recios, como muy castellanos, casi del Siglo de Oro, cercanos a unos personajes de Lope unos entremeses, unas novelas Ejemplares de Don Miguel, un auto de Calderón o una crítica aguda de Quevedo. Cuelgamuros es un valle del Guadarrama, de aire fresco, duros inviernos, vientos helados. Mingorrubio era un arroyo en los montes del Pardo terreno de caza. Un día empezaron los obreros a trabajar en una basílica de Cuelgamuros donde reposan los restos de muchos españoles, muertos en circunstancias violentas, fruto de una contienda entre españoles, algo que no debería haber ocurrido, que tiene varios padres, en una situación compleja con antecedentes, influencia de potencias extranjeras, ideologías varias, intereses partidistas, carácter de los autóctonos, poca categoría de demasiados políticos. Un cuerpo fue depositado en este lugar, pertenecía a alguien que había fallecido en la cama de un hospital, de edad avanzada. Un hombre que pudo haber muerto mucho más jóven en mútiples situaciones de combate a lo largo de distintas guerras, donde nunca fue tildado de falta de arrojo, valor reconocido. Se encontraban allí autoridades de alto nivel para dar fe, forenses para verificar las condiciones del cuerpo después de tantos años. El país sin mucha expectación preocupado por otros sucesos preocupantes, la familia resignada en contra de sus deseos, en el fondo y las formas. Se movió la piedra de miles de kilos, se pudo abrir el féretro. para estupefacción de los testigos se oyó una famosa rumba del gran Peret, catalán, español : "y no estaba muerto, estaba tomando cañas". Un escritor de gran éxito y ocurrencias pensó en ponerlo como primera página de su novela y callóse.

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