martes, 7 de julio de 2020

Adivina adivIna, tarjetas parlantes.

Hay que reconocer que eso que se llama caso Dina nunca me llamó la atención, todo lo referente a ese policía llamado Villarejo es patético salvo la imitación de José Mota, el pensar que alguien de esas características tenga protagonismo, posible película o serie, da idea de la profundidad de la sociedad que nos cobija. Los medios de comunicación divididos como cada vez que toman partido de antemano. El propietario de Galapagar que habla como habla, es como es, amigo de quién es, recibe el apoyo de los medios que le han aupado en medio de la vulgaridad, va y se mete en un berenjenal como los que me huele que frecuenta en sus programas de televisión, sus mitines o esas conversaciones que cautivan a la mediocridad reinante. Desde luego se va creando sus enemigos por las cosas que hace, dice, también por lo que pueda hacer cuando tenga poder, ese momento ya medio llegó cuando se formó el gobierno auto bautizado de progreso, un progreso que parece más retroceso. El orígen de todo esto esta en el pasado, principalmente aquellos que en el poder desde la crisis anterior no hicieron las cosas como se deben hacer preparando el caldo de cultivo de la reacción de parte de la población entregada a cualquier opción que no sea el pasado conocido. Al final un teléfono móvil, duplicado de tarjeta de móvil de una señora consejera, un contenido, privado según parece, un tiempo largo transcurrido, contradicciones, víctima,  posible acusación, un juez intentando poner orden, un no recuerdo, un no me importa de la señora que denuncia la pérdida del móvil, un duplicado en medio de comunicación, una tarjeta en microondas,  todo esto ¿por qué? ¿para qué tanto follón? ¿qué se oculta?

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