lunes, 27 de julio de 2020

Un caluroso pueblo manchego.

El sector de la hostelería, restauración, servicios, hoteles, bares, transportes, está muy tocado, en nuestra España se ha vivido del turismo nacional, sobre todo extranjero sin hacerle un monumento a Mariano Ozores o Alfredo Landa, en alguna playa, podría no olvidarme de Martínez Soria aunque a mi no me hacía tanta gracia. Sol, playa, montaña, sangría, paella, tortilla, suecas y supongo que alguno haciéndose el sueco, todo validado por Información y Turismo, ahí está el tomate. Los palancas que he visto en Ibiza con mujeres espectaculares hablando (es un decir) idiomas a nivel presidente del gobierno o vicepresidente elegidos democráticamente, nunca dejó de asombrarme, fue una pena no enviarles a una escuela de dirigentes políticos para preparar la entrada en esa Europa del progreso, la comunidad Europea. El palanca vendía una postal a la llegada con el brazo sobre la guiri de turno y la guitarra, inmutable, en la foto de salida ella estaba un poco morena, por decir algo, excepto en las marcas del brazo de aquello increíbles individuos que pasaban hambre, el mundo giraba en diez días y otra vez a apalancar. Lo que buscaban las guiris no lo puedo contar, uno es un caballero español antes del #Metoo . En Las Pedroñeras, pueblo manchego, no hay palancas, nos ha servido un camarero que no necesitó emigrar o ejercer de palanca, se comía muy bien, razones generosas de esas que no se usan, productos de la tierra. Le he dicho que aunque forasteros uno de los presentes era de Belmonte un pueblo cercano. Se ha puesto a reflexionar, trás su gafas, su mascarilla, como Tezanos en encuestas, me ha parecido un hombre de bien, sensible, culto,  o quizá fue palanca, quién sabe.
-Belmonte -murmuraba, como reflexionando- un pueblo muy grande, gran historia...importante.
Lo cual es cierto, aquel hombre sabía de que hablaba. No puede dejarse sola a la gente que de verdad lo necesita.

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