viernes, 9 de abril de 2021

El espíritu olímpico.

Falleció Felipe de Edimburgo, lo siento sobre todo por la reina Isabel.Hay una película que me produce una gran envidia cada vez que la veo, y han sido unas cuantas veces, demasiadas para confesarlas. Me traslado a Cambridge a 1919,  qué tiempos los de aquel día. Alumnos de Eton, Repton y Caius, un inglés judío que bate un record sencillo, una marca de 700 años, dar la vuelta al patio del college, Trinity Great Court run, mientras o antes que den las doce campanadas del reloj de la torre, la verdad fue otra, algo que no consiguieron ni el dúo Coe y Cram. Todo empieza así, elevando el espíritu, en el principio de Chariots of Fire, yo siento envidia desde ese instante primero, me aguanto la rabia, ya desde los títulos con la música de Vangelis entrenándose en Kent, un excelente uso del dinero del malogrado Doddy Alfayed aquel que compartió destino en el fatal accidente con lady Diana. Hay un Lord, lord Lindsey, que es mi personaje favorito y la historia esta repleta de personajes hasta llegar a la gloria de las olimpiadas de Paris, incluyendo al príncipe de Gales bastante nabo. Cuando veo todos los gestos, detalles, maneras de Lindsey me vengo arriba, that's the spirit; en realidad fue el marqués de Exeter que se negó a que su nombre apareciese por las imprecisiones del film como que nunca llegaba segundo; también siento envidio, porque siempre está ayudando siendo ese factor necesario, imprescindible para que los demás lleguen a sus metas. Todo además con música de Gilbert & Sullivan cuando se van de fiesta, la copa, de Moet & Chandon, en una mano el cigarro en otra. Élite, valores, caballeros, la búsqueda de la excelencia. No se lo que me pasaría, mi perspectiva, si fuese inglés, escocés, galés o irlandés. Splendid ! que diría Lindsey.

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