lunes, 19 de abril de 2021

Sidney, aquí estamos. Day Zero.

Impresiona cruzar  el Pacífico, ese inmenso océano descubierto por un hispano sin saber de sus dimensiones si de su calma, belleza. Ese avión de dos turbinas que vuela silencioso a 41.000 pies llevaba casi igual tripulación que pasaje, un desastre económico ya mencionado, había abundantes filas para extenderse, disfrutar de las 15 horas de vuelo; uno de los auxiliares era native american, muy simpático, entradito en horas de vuelo, extra de cine, la que daba las voces parecía mi abuela paterna, no se si por la voz que le salía con la mascarilla;nos tocó uno mue eficaz, que conocía mucho Ávila, porque su padre, ya fallecido, se retiro a las murallas, los chuletones, la sabiduría de Santa Teresa, el misticismo de San Juan de la Cruz o la leyenda de Adolfo Suárez o todo a la vez. Y todo muy americano, llenos de sus tópicos sobre España y ¿qué tal nos va con el corona?. Llegas matado a Australia, muy bonita la bahía de Sidney, la toma de portaaviones casi. A partir de la parada de turbinas, espera, instrucciones control, te regalan mascarilla por si te hace falta cambiarla, te explican lo que ya te han dado en el avión, te regalan tarjeta de teléfono de 1$, más mascarillas para el viaje, allí están la Navy, Army, Air Force, ellos y ellas, llevando maletas. Rellenas más papeles, nos toca un buen hotel, más papeles, una operaria de sistemas de combate de destructores (las fragatas que les hemos construido) nos lleva las maletas, eché una mano porque pesaban mucho. Están muy organizados y debe costar caro el sistema., aquí es posible. Estas durmiendo, te llaman para un test, unas, muchas, preguntas sobre tu salud, antecedentes, muy amables, profesionales, en peores garitas hemos montado guardia. El "Vulcano"  buque de laureada colectiva había sido mi bautizo.

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