viernes, 16 de abril de 2021

Mítines presidenciales.

Hablaba un articulista, de esos de periódico diario,  del presidente que desprecia en su oratoria al espectador, lo decía para en realidad ir contra él; quizá el presidente no desprecia sólo es un político. El problema con el cual me encuentro es que no creo que sea oratoria, puede que funcione entre sus votantes, o entre mucha gente, probablemente como resultado del vacío en que vivimos, vacío de tiempo atrás. Sabemos que gozamos de elecciones, o periodo electoral, en la comunidad de Madrid, mascarilla a bordo, sabemos los políticos que nos representan, incluso los que empiezan a promocionarse llenos de vicios adquiridos, sabemos el nivel tradicional que no mejora con el tiempo, no somos tan lerdos. Cierto que al comentar sobre un político se puede pensar que te mueven apetencias partidistas, preferencias ideológicas, afiliaciones, sin embargo hay que darme un voto de confianza cuando opine sobre el presidente del gobierno porque ocupa el primer puesto de los políticos activos, ejerce una posición de la máxima responsabilidad, y no puedo dejar de pensar que sea una figura patética, eso si feliz de haberse conocido. Oigo al presidente, lo escaso que le escucho, y no entiendo que hace ahí. Es uno de los petardos más grande que he visto, a ese nivel que se supone alto, superando a otro que creí insuperable. Nunca dice nada,  es temerario, imprudente, previsible, superficial, falso (aunque debería probarlo); quizá si pensase que va de mitinero desde Moncloa para pelarse con la candidata Ayuso podría redimirme, pero el caso es que no dice más que sin sentidos, eso si oportunistas. ¿Y su alma?

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