Se acercan las nominaciones para los Oscars. Me temo, huelo, presumo, que la Academia sopesará esos factores actuales, lo políticamente correcto, que circunstancialmente sustituyen al talento puro; como ser mujer, reconocer/apoyar/ o airear una condición sexual que ya me resulta complicado de definir; la raza, ser gran hombre blanco/machote no cotiza nada; pertenecer a una minoría nueva o vieja, actual en su aparición en los medios, todos estos factores ayudan. No creo que Joel Cohen, hermano de Ethan, que ante la insistencia de su señora, Frances McDormand ( tres Oscars atesora), ha escrito la adaptación , ha dirigido la Tragedia de Macbeth de Shakespeare se haga ilusiones; ha rodado en blanco y negro, me han gustado mucho varios detalles en particular y quizá piense que es lo mejor que he visto este año; en el fondo, su esencia, es una obra de teatro inmortal, pero teatro no cine; una adaptación al cine es como un aviso una indicación de la falta de talento que para eso también están los clásicos. Una satisfacción para el director, para todos los artistas que contribuyen, cinematografía, música, montaje, vestuario, iluminación, sonido,también los actores, con mayor o menor fortuna, que disfrutan con el lenguaje del bardo inglés. No creo que sea el coronavirus, es la mediocridad que nos rodea, ya llegarán los buenos momentos, digo yo. Mientras siempre nos quedarán los clásicos.
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