Mantengamos la ilusión. En mi colección de cromos de coches, pilotos de carreras, cuando los pilotos superaban la atención de las máquinas, había un español el marqués de Portazgo. Joven millonario, heredero, noble, nacido en Londres, jockey en el Grand National, piloto de Ferrari, murió a 240 k/h cerca de la meta en su primer rally en Mille Miglia. Ahora tenemos a Alonso, no quiero gafarle. La Fórmula 1 en España era un deporte inalcanzable. Después de Fangio ha habido grandes campeones mundiales, algunos con tiempo para ser playboys a la vez, otros muertos en la pista o con accidentes terribles, todo fue mejorando, las máquinas, velocidad, seguridad, tecnología y llegaron otros que ganaron muchos campeonatos seguidos. Entonces apareció Alonso, asturiano. Tuve ídolos como Clark, Fitipaldi, Lauda, Senna, Prost, pero Alonso me ilusionaba, ganó con Renault. Luego vino el catetismo nacional de darle el Príncipe de Asturias muy joven porque era asturiano, sin dárselo a otros con muchos años de éxitos; vinieron sus malas elecciones de escudería, sus sueños rotos, aunque estuviese en las escudería históricas; los ingleses le hicieron la vida muy complicada con un fenómeno emergente que necesitaba todo el apoyo. También hay que mencionar el carácter de Alonso, sus errores y que ha ganado mucho dinero. Hoy, con estos pelos, ha logrado un podium en la primera carrera del campeonato. Espero que el Aston Martin sea de verdad un coche competitivo. Del Madrid, 0-0, no hablo, no es competitivo a su nivel, los argumentos son los mismos, su juego me decepciona.
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