La serie de televisión ( bien realizada) The Crown ha tenido éxito, gran éxito.
Cuenta las cosas y asuntillos de los Windsor en el siglo XX y supongo que, si es lucrativa, continuará en el XXI. Los tiempos iniciales fueron de grandes acontecimientos; aquellos de los años treinta. Se produjo la abdicación de un rey, porque además de pretender desposar a una divorciada, le caía bien el hombre pequeñito del bigote extraño que, junto a los errores de muchos, metió a Europa en el gran lío, el último realmente grande.
Sin embargo, hay que correr un tupido desvelo ( ya sé que es un velo) ante el desatino real y hacer como si nunca hubiese existido, política habitual de la casa.
Viene siendo una característica de esa familia y esa monarquía, aquí no ha pasado nada. Pero hoy si ha pasado.
Anuncian que hay una noticia importante de Buckingham palace, no duerme nadie; inquietos y reflexivos los pensadores de estos tiempos se estrujan las meninges.
No se dónde reside la importancia, ya que la monarquía en el Reino Desunido de la Gran Bretaña no pinta mucho que digamos, aunque vivan como reyes.
AL final, el notición es que el príncipe Felipe, a sus casi 96 años, no acepta invitaciones. Vamos que no se va de copas o inaguraciones como antes.
Me pregunto como reaccionará el mundo globalizado, si seremos capaces de vivir sin su presencia, con lo mucho que nos ha aportado siempre, al resto de los humanos, por sus implicaciones con nuestro género. Es un tema difícil de asimilar.
Incluso dentro del UK ¿cuántos se habrán quedado sorprendidos por la noticia?
Porque implica que sus actividades en estos 70 años al lado de la reina han tenido alguna trascendencia, dos pasos detrás. No me había enterado, excepto el mérito que pueda tener hacer todo lo que te dicen para no poner en peligro a la institución; si haces otras cosas con discreción, pues adelante.
Allá, en Buckingham nunca pasa nada, excepto la aceptación de invitaciones.
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