Hay que cruzar The Channel, dejar atrás England y adentrarse en Wales, al alcance de Camelot. Cruzar por los bosques hostiles sin rastro de Robin Hood.
Busco un indicio sobre el futuro, algo que me proporcione en mis tripas la coartada, la sensación, de la victoria, por ahora no doy con ella.
Nervios y emoción, mucho en juego, largo viaje y el regreso en estado de ánimo incógnito. Llegar es complicado ganar es la única salida ¿Qué nos deparará la fortuna?
La final de Cardiff me recuerda a la primera de la que tengo memoria, pegado a un transistor, con prórroga incluida. Tuvo lugar en Bruselas, en Heysel, 1958. No se lo que sentían entonces los madridistas, aquellos pocos que viajaban o los emigrantes que recibían un consuelo de vez en cuando. Me lo imagino, la imaginación es una memoria reconvertida.
Aquel lance de la tercera fue contra el AC Milan, un equipo fantástico, noble y poderoso, donde había fenómenos como Liedholm, Schiaffino, Grillo, Cucchiaroni ( estos cuatro fueron grandes figuras) Danova o defensas como Maldini padre. Un verdadero equipazo. Como ocurre casi siempre en las finales cualquiera podía ganar.
Se adelantó por dos veces en el marcado el conjunto italiano y se llegó a la prórroga. Y allí marcó Paco Gento.
No se si tiene mucho que ver con lo de ahora, eran otros tiempos, otro fútbol; nada de televisión mundial, ni internet, ni globalización, ni la profesionalización y repercusión de este deporte.
Los de la Juve se ven muy capaces, su solidez estructural, la ausencia de ocasiones que no les crean y las debilidades que ofrece el Madrid en todos los partidos, les dan confianza. Se han renovado, fichado bien, actualizado, siempre con criterio. Combinan una defensa veterana, tipos curtidos y un brillante jóven; han alcanzado su punto de madurez, es su momento.
Tendré que ir a Baker Street y contratar al famoso detective, no encuentro ninguna pista.
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