Entre Le Pen y Macron había que elegir una opción. Los candidatos son dos personajes políticos diferentes en casi todos los aspectos (sexo incluido); y uno de ellos ejercerá el poder ejecutivo en un país muy importante en Europa por su historia y dimensión político-social. En una nación y unos tiempos de despiste general.
Macron es una pura incógnita sobre su capacidad para ponerse al timón de un país dividido, cansado, lleno de dudas y harto de unos políticos que vienen mareando la perdiz desde hace mucho. A veces parece que la que manda es Madame Macron, pero debe ser un espejismo.
No hay políticos a la altura del reto, ni en Francia ni en otros países, como UK, que siempre disponían de un buen banquillo. No se educa para ser político, por lo tanto cuando un presidente agotado como Hollande no se presenta surgen candidatos con poco bagaje que ofrecer, que no tienen ni partido.
Los votantes que se ven cercados por un ni uno ni otro, tendrán que elegir o saldrá uno elegido, que no se si es lo mismo.
Marine Le Pen (que poco me gusta esta señora) pudo salir elegida. Ella no es tan desconocida como su rival, lleva más tiempo en esto y representa una opción donde no se ve lo bueno que pueda aportar. No obstante podría salir ganadora en el futuro. A muchos le repele la idea.
El caso es que con una abstención de participación de record, que nos retrocedía a los tiempos del Mayo francés y De Gaulle, el ganador ha sido Emmanuel Macron.
Los mercados respiran, los llamados europeístas también y queda la incógnita de como quedará la Asamblea en el mes de junio. Los que han votado no quieren el peligro que representa Le Pen; los que se han quedado en casa, a lo mejor ha sido porque no veían la papeleta de los partidos que habían venido votando en estos tiempos de la V República.
Bon chance et courage!
Franceses lo vais a necesitar, para ponerse En Marche.
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