Recuerdo los tiempos de esa señora pragmática, que velaba por los intereses de su nación. Era del partido conservador, había batido a Heath, el primer ministro que llevó al Reino Unido a la Unión Europea.
Recuerdo el Eurotúnel y me acuerdo que en cada caso que se ponía sobre la mesa, me parecía que los de las Islas Británicas ganaban, quizás porque hablaban mejor el inglés. Cuando no querían hacer algo no lo hacían.
En cuestiones de Defensa y Seguridad sonreían por lo bajo.
Nunca, ninguno pensó en una idea de Europa; primero UK y luego lo demás. Lo mismo con el euro o cualquier paso que significase algo más.
Recuerdo el Eurotúnel y me acuerdo que en cada caso que se ponía sobre la mesa, me parecía que los de las Islas Británicas ganaban, quizás porque hablaban mejor el inglés. Cuando no querían hacer algo no lo hacían.
En cuestiones de Defensa y Seguridad sonreían por lo bajo.
Nunca, ninguno pensó en una idea de Europa; primero UK y luego lo demás. Lo mismo con el euro o cualquier paso que significase algo más.
Ahora se van y he leído que el presidente de la Comisión, sarcástico-experto de vuelta de casi todo, dice que se pone a hablar francés porque el inglés está perdiendo importancia en Europa. Aplauso espontáneo de los asistentes.
Y es que varios, muchos, están hartos de los ingleses. Han sido 43 años de aguantarlos.
Nunca quisieron formar parte del sueño, aunque sea un sueño difícil de realizar. Simplemente debían figurar en las instituciones, o toma de decisiones, para controlarlas. Sentarse en las mesas de negociación para que nada se hiciese contra sus intereses.
En 1973 la situación para esos mismo ingleses era insostenible. El "sueño europeo" parecía despegar. La pérfida Albión veía que perdía el paso ante los logros de sus vecinos del otro lado del canal, la unión económica avanzaba, el mercado común, y ya se sabe que la libra es la libra.
Sólo había que decir queremos formar parte de ese club y nos encargaremos que no sea un club contra los intereses de su graciosa majestad que ya se sabe son muy dignos y generosos. Nosotros, el gobierno, se lo explicaremos a su majestad, por si se asusta y cree que vamos a dejar de ser lo que siempre hemos sido.
En 1973 la situación para esos mismo ingleses era insostenible. El "sueño europeo" parecía despegar. La pérfida Albión veía que perdía el paso ante los logros de sus vecinos del otro lado del canal, la unión económica avanzaba, el mercado común, y ya se sabe que la libra es la libra.
Sólo había que decir queremos formar parte de ese club y nos encargaremos que no sea un club contra los intereses de su graciosa majestad que ya se sabe son muy dignos y generosos. Nosotros, el gobierno, se lo explicaremos a su majestad, por si se asusta y cree que vamos a dejar de ser lo que siempre hemos sido.
Los políticos de aquella Unión de 1973 se lo creyeron, fueron unos ingenuos o les faltó valor para decirles: 'siempre nos habéis tocado las pelotas, ya está bien. No os necesitamos."
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