El champagne, nada de cava, y las uvas, petardos, cinco minutos más para la cuenta atrás, balance de lo bueno y malo, anuncio de Iberia volando sus aviones por todo el mundo, nada de IAG con Brexit. Los españolitos, entre pitos y gritos, como siempre. Mecano, nostalgia, homenajes marineros, soldados, solteros casados, los marineros llamaban mucho la atención en las uvas, en muchos lugares, siempre dispuestos a todo, hasta en Madrid que no hay mucho mar, ni gente de mar que no se encuentre perdida en el asfalto. Marineros, aquel beso de Times Sq al final de WWII, sin que seamos una nación que mira al mar a sus hombres, sus sacrificios porque es más fácil estar en casita, claro que alguien tiene que dar el callo en la mar. Nunca he ido a la puerta del Sol el 31, me que quedado cerca en un par de noches de otro siglo en Callao, había demasiada gente. Ayer, Cano iba vestido entre un oficial en Trafalgar o un Beatle hispano del Sgt Peppers con coleta tecleando un piano del Real, no lo oi en su momento, tenía que abandonar el convite por el toque de queda. Como me gusta la canción lo he hecho por la mañana, mala grabación, regular sonido, no se ha explotado la calidad de la cantante ni el coro con mascarilla eso si. Como en un esperpento salía a relucir la basta inteligencia de la Pedroche o la cara de Chicote con su micrófono como si pretendiese entrar a la antigua Dirección General de Seguridad, donde estuve esa noche de Año Viejo en 1973 bien pasadas las doce, para verificar el estado de las cocinas, allí hacían buenos bocadillos de tortilla o los traían de algún bar de la calle Correos. Los presentadores, pesadilla en la cocina o elegancia en un vestido sencillo, sin clase. No se callaban con sus agudos comentarios ni dejaban oir a los músicos, piden respeto, y no respetan. Hay que reconocer que Chicote, el bar mítico que diría Pedroche, no está para tomarse un cocktail.
viernes, 1 de enero de 2021
Entre gritos y pitos
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