domingo, 17 de enero de 2021

Lo imprevisto.

Primero esto del corona que va para un año desde aquellas noticias en algún lugar de la China, olas, confinamientos, restricciones a la anterior vida ordinaria, luego lo de esos días largos de frio Filomena que se ha cebado en algunos lugares del territorio nacional, ahí está todavía la nieve en sus calles, en espera de una borrasca húmeda y cálida o la pala del ciudadano, las basuras, las ramas o grandes troncos, la suciedad, acompañan el retrato de una ciudad descuidada. impotente o resignada Se podría argumentar que las vacunas van llegando, que llegarán más, mejores, que no hay tantos catarros ni gripes, que saldremos, no hay mal que mil años dure, como el frío. Es cierto, probablemente así suceda, pero no me negarán que el llamado poder político gobierno central o autonómicos o regionales o representantes políticos, que cobran un sueldo para solucionar los problemas de los ciudadanos, esa carga, necesarios, duran mucho, han durado mucho, y ahora el ciudadano se encuentra en una situación de orfandad, no le queda más remedio que coger la pala, quitar la nieve para que los niños vayan a los colegios que en casa dan mucho el follón y además pierden clases. Los partidarios de unos sólo hacen esencialmente criticar a los otros, con razón, aunque aquí se libran muy pocos. No creo que existan esos ciudadanos que sean capaces de resolvernos los problemas por la sencilla razón que siempre ponen por delante el interés personal oculto en demagogia populista barata de la que gusta oir, plena de vocabulario repetido falto de sentido. Si no queda nada, nadie, con que meterse, se apela a lo imprevisto.

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