jueves, 28 de enero de 2021

La Rusia roja.

El paraíso desconocido, la comedia del gran Lutbitsch, su toque, su vida en Europa y Hollywood. La Rusia roja la representaba Ninotchka, demasiada clase, demasiado sueca, una chica lista muy lista, veía las cosas fríamente, como sus ojos. La camarada Ninotchka, al principio dormía con la foto de Lenin, no se parecía a la camarada ministra de Desigualdad nuestra; el conde francés de seis pies de alto no se si con sus trajes se parece al vice de la coleta, derroche de estilo, además es un actor, está actuando. Eran otros tiempos cuando Paris, la Rusia blanca, no se había metido en ningún follón, los camaradas soviéticos tienen miedo a irse a Siberia, el camada José, Koba para los amiguetes, se dedicaba a hacer de las suyas, la Unión Soviética era un paraíso fantástico, desconocido, vendido, la bella Ninotchka viene a arreglar el asunto de las joyas, le duele ver a los pájaros que vuelan hacia los países capitalistas, en Paris entiende que los soviéticos tienen las ideas y los capitalistas el clima, la bella Ninotchka nos convence, se coloca un atrevido sombrero parisino, el conde empieza a leer El Capital, se hace su cama, no despide al mayordomo explotado, la bolchevique es guapa y peligrosa. Supongo que en Galapagar verán la historia encantados, deseosos de cambiarnos a todos, porque tienen las ideas, nuevas, revolucionarias. Claro que no tienen a Lubitch, ni su toque, ni Billy Wilder como uno de los guionistas, ni hay una Greta Garbo, Koba pidió que le pusiesen esa película con una actriz sueca que triunfaba en Hollywood, le parecía muy guapa, él se veía bajito, realista y hacía más frío que en Galapagar., aquello del cine era un sueño.

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