lunes, 2 de junio de 2014

La abdicación en tiempos difíciles y la soñada normalidad.

La abdicación no debería ser más que una noticia de normalidad, una cuestión de tiempo, agradecimiento, nostalgia y repaso de los muchos años de un monarca como Jefe de Estado en España, en una época de paz y prosperidad. Así ha sido en varios países europeos porque los tiempos cambian. Un adiós agradecido.
Sin embargo produce incertidumbre y desasosiego unidos a la situación de frustración general creada por la crisis económica ¿Por qué?
Porque algunos aprovechan para poner sobre el tapete que se vote en referendum esa continuidad; porque otros ( o parte de los mismos) quieren separarse de España (con dos distintas/serias amenazas procedentes de Cataluña y País Vasco) y convertirse en un nación; porque los partidos de mayor porcentaje de votos han perdido muchos y se han alejado de lo que pide el electorado; porque la "clase política" está desprestigiada y señalada por la corrupción; porque hay mucho demagogo (como siempre) y pocos personajes de altura dispuestos a servir al ciudadano; porque la corrompida "idea de Europa" no ayuda, yace oculta por las opulentas condiciones económicas de sus burócratas y la falsedad de su mundo.
Ante este panorama es cuestión de respirar profundo, no perder la calma, tomarse un whisky o rezar, depende de los dioses de cada uno.
Un diario deportivo, el de mayor tirada, en un fallo, mezclando cuestiones en su edición digital, junta sus dos grandes noticias y anuncia: Casillas continuará, el Rey abdica. 
Valle-Inclán lo llamaría esperpento.

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