martes, 6 de junio de 2017

Choque de civilizaciones.

Este es un término acuñado, cuando después de la desaparición de la Unión Soviética, al final de la Guerra Fría, un estudioso , Huntington, se dedicó a resumir el mundo acudiendo a una frase antigua, pegadiza que de paso hiciese sombra a Francis Fukuyama y su final de la Historia.
Frases, libros, conferencias, dólares. Hacer las cosas en el momento oportuno siempre produce buenos réditos.
Ahora he oído alabar a un ex presidente del gobierno de España (por alguien que no comparte sus manifestaciones) en el sentido de que se atreve a no recomendar la cantidad de 80 millones de turcos en la Desunión Europea, porque son musulmanes.
En Londres los del ISIS se dedican a matar gente por las calles, los que pueden, antes de que les maten a ellos y una campaña electoral, que se suponía iba de Brexit, se vuelve hacia la seguridad de los ciudadanos y el viejo laborista se recupera.
 ¿Hay choque de civilizaciones? Más bien de intereses como siempre. 
Una prueba es la decisión del reino Saudi sobre Qatar, algo que si que va  a dañar a los intereses de esos señores que se dedican a hacer negocios con Occidente y organizar mundiales de fútbol. Parece que también organizan a terroristas y colaboran con Iran en esa lucha ancestral entre sunitas y chiitas, todos de la misma religión y separados por intereses políticos en el momento de repartir la herencia del Profeta.
 ¿Civilizaciones? o  ¿Política-religión? 
Se discute si el modelo del Reino Unido ha fallado, aunque el popular alcalde de Londres sea musulmán. Los occidentales se deberían preguntar  ¿Qué serían si profesasen la fe musulmana?
Si tus niños van  a una madrasa y les educan en esa religión  ¿como lo compatibilizas con los objetivos políticos-temporales que tienen su origen en el siglo VII, las promesas y los comportamientos que mezclan lo humano y lo divino en una utilización muy hábil de la condición humana?

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