Ya saben quien es Alfonso Guerra, en la actualidad un político veterano que ha pasado por diversos cargos. A finales de los 70 y luego ya en el gobierno, como vicepresidente, a partir del 82 , se convirtió en mano derecha y luego dimitió por el asunto de su hermano, continuó en política y casi nunca pasaba desapercibido. Siempre fue el azote de la derecha, la de toda la vida enmascarada en un partido u otro. La chaqueta de pana contra el pelo engominado y la corbata.
Es provocador, inteligente, de lengua afilada y rápida, culto, andaluz de Sevilla adaptado a la capital y creo que sabe conocer a las personas. Pertenece al partido Socialista. No se muerde la lengua.
El habla del artículo 155 de la Constitución y considera inaceptable lo que pasa a nivel de la Generalitat en la búsqueda del referendun. Seguramente si en 1975 se pregunta a alguien si piensa que Guerra va a decir lo que dijo estos días pocos, sólo aquellos que le conocen de verdad, acertarían.
El caso es que tampoco entiendo eso de la plurinacionalidad que el PSOE ha puesto en marcha en esta nueva andadura, con nuevo líder sin resolver sus problemas, sin ideas y agarrados casi a lo que sea. Me parece una manera de ocultar la esencia y buscar votos, una indefinición; una frase sin definir para captar apoyos entre eso que llaman nacionalistas, que confunde más el panorama.
Seguramente en las Españas estarán divididos los puntos de vista.
Los unos pensarán que las palabras, en política, no sirven para mucho y que se trata, simplemente, de calmar los ánimos con la calor. Los otros opinarán que al reconocer una nación se da un paso más en busca del objetivo final. El caso es que perdemos el tiempo en inutilidades porque la realidad se nos atraganta.
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