miércoles, 21 de junio de 2017

Un maquinista de la General.

Eso es lo que me creía yo sin ser Buster Keaton.
Siempre quise ser ferroviario, desde pequeñito y a las máquinas de vapor les llamaba "gatitas" cuando empecé  a balbucear algo, luego las gatitas han resultado ser otras cosas.
No he reflexionado abiertamente sobre ello, pero me gustaba el olor de las estaciones entre humos y alquitrán o algo similar; las prisas de la gente, la calma cuando salí el tren correspondiente. Se acababa algo, como en un orgasmo y comenzaba otra cosa.
Las prisas de la gente, los rateros profesionales, los despistados. Y sobre todo viajar porque viajar es una aventura.
En mi familia había un antecedente lejano que creo fue jefe de estación en un puesto de la sierra.
Las estaciones representaban un mundo de fantasía y son muy peliculeras. A una de mis abuelas cuando se ofrecía a llevarme a algún sitio, siempre pedía lo mismo: ver pasar trenes bajo el Puente de los Franceses.
A los reyes Magos les pedía trenes, y alguno me trajeron, un tren eléctrico y una locomotora Santa Fe que me colmaban
Bueno los tiempos cambian y han cambiado.
Ahora hay AVES a La Meca y por todas las Españas, son muy rápidos y no contaminan. Las comidas son también rápidas y el vagón restaurant no tiene ningún glamour ni hay asesinatos en el Orient Express. Los sueños si existen, como los seres humanos.
¿Qué se soñará?

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