jueves, 22 de junio de 2017

La capital de la tolerancia.

Busco relaciones entre cosas que pasan; Daniel Day-Lewis ya no hará películas, un minarete de Mosul del siglo XI es destruido por los del IS, los jugadores de Jorge Mendes están acusados, casi todos, de no pagar sus impuestos, la alcaldesa de Roma ya no es popular y Las Ventas del Espíritu Santo no olerán a toro de lidia.
¿Para siempre? 
Bueno esto va camino de acabar con los toros, y los toreros, y no tenemos a Picasso para protestar, ni Ava Gadner, ni Orson Welles, ni Hemingway ni tantos otros que debían odiar a los animales y eran unos malvados. 
Se les toleraba y salían en las fotos.
No me quiero desviar con eso de los toros porque es como con Cataluña, hablar lenguas diferentes, no de las que se traducen, sino de las que están dentro del cerebro manipuladas y ocultas entre mentiras y cuentos. 
Casi nadie escucha y muy pocos saben escuchar.
Pienso que en común tienen todas esas noticias el concepto tiempo. El tiempo es como si estuviese por encima de nosotros en toda su eternidad y además de ponernos a cada uno es nuestro sitio al final, nos iguala.
Y el tiempo y la tolerancia pesan más unidos.
De Madrid siempre pensé que era una ciudad que acogía a cualquier persona, viniese de donde viniese, por eso gustaba tanto vivir en Madrid, venir a divertirse (sobre todo los catalanes) o buscar el ritmo de la gran ciudad. Madrid era divertido. 
Ahora parece que lo seguimos siendo aunque se carguen los toros. Tolerantes, bromistas con gracias, simpáticos y en el tiempo. Menudo reto.

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