viernes, 20 de septiembre de 2013

Retórica, democracia y falsificación.

La retórica es muy utilizada en política con mayor o menor acierto, incluso más o menos gusto. En cuestión de sentimientos no creo que exista retórica, los sentimientos no son fáciles de entender, explicar; se viven con el corazón. 
Yo, por ejemplo, sé que no caigo muy bien, ni tras mis intentos por corregirme. Tengo algo que no veo, ni mirándome al espejo. Y luego cuando me expreso muchas veces tengo un efecto negativo. ¿Cómo voy a explicarme lo que es querer ser independiente en Cataluña? y ¿Por qué?
Ahora bien no se pueden tomar decisiones de trascendencia sólo con los sentimientos. Cuando afectan a tantos sujetos hay que usar la cabeza un poquito. De hecho el ser humano debe ser ante todo equilibrio.
La retórica se utiliza mucho, demasiado. El pueblo, que sube las cejas y pone muescas, está dispuesto a escuchar promesas. a que le vendan ilusiones. Hay veces, sin embargo, que anhela la verdad, que le exliquen lo que hay detrás, las consecuencias, las razones, la condición humana que es poco generosa. Comprende los sentimientos, los acepta y pide una explicación. Explicación que nunca se da, se manipula y fatiga al espectador.
Y se hacen alusiones a la libertad, a los grandes valores individuales, a los mayores logros del ser humano en su andar zigzagueante y lleno de obstáculos. Se alude a falta de democracia.
Todas esas alusiones a la democracia, a la voluntad popular, me suenan a manipulación. Debería salir alguien con criterio, que se le reconozca imparcial, con prestigio; sin todos esos matíces partidistas de un lado y otro, que sólo suponen echarse a la cara errores, que los hay por un tubo en todos los lados.
¿ Quién puede dar lecciones de democracia? Hace falta mucha educación, experiencia en los valores democráticos para dar lecciones. Sin embargo es fácil, muy fácil hablar es casi gratis y luego nadie paga las consecuencias de la falta de fondo
Pocas lecciones de democracia y un mayor respeto a la voluntad de todos por vivir en buena convivencia.
No se me enfaden.

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