Parece ser que estamos en plena campaña de elecciones para el parlamento europeo. La realidad es que es una institución que sirve para no mucho. Bueno permite "colocar' con un sueldo extraordinario, dietas y viajes a muchos políticos profesionales que no tienen sitio en las listas nacionales por no servir, estar quemados, desgastados y querer "descansar" o por pagar determinado servicio, silencio o amistad. Para eso está el parlamento y también permite decir cosas que la gente quiere oír aunque luego no se llegue a nada.
Forma parte de eso, un chiringuito, que se ha montado llamado Unión Europea o Europa en general, para simplificar y no decir nada. Forma parte de la demagogia.
Y los políticos siguen a lo suyo.
La idea de la Unión Europea es buena si dejamos atrás las nacionalidades y nacionalismos. Habría que imaginarse a los EEUU de América con no se cuantos idiomas, himnos, banderas, y política exterior y de defensa. Sería como una House of Cards, pero para jugar a las cartas, un "casino' que se dice en italiano, con muchos Kevin Spacey alrededor o muchos Artur Mas de pacotilla, mezquinos y cortos de miras con grandes ambiciones. Es sencillamente imposible.
Por mucho que alabemos lo conseguido por la Unión Europea, o por los europeos tratando de unirse, es a todas luces insuficiente. La burocracia creada en Bruxelles casi sólo sirve para que unos pocos de los 500 millones vivan estupendamente y se retiren escandalosamente ¿Cómo van a querer estos privilegiados abandonar su status?
Y los políticos a lo suyo y la partida continúa.
Y no porque el asunto sea complicado, es imposible. Simplemente requiere valor y sacrificio. Hay que romper muchos cromos, retratos, libros viejos, muebles podridos y quedarse con las raíces para edificar una nueva casa. Y las raíces deben ser profundas y sencillas, como allá por 1776, lo hicieron los europeos que se habían trasladado a otro continente para mejorar, porque este no daba para más.
Ahora hay que hacerlo sin moverse, que para eso están los smart phones.