lunes, 10 de febrero de 2014

Annus horribilis.

A finales de 1992, año olímpico en Barcelona, glorioso y friunfal, la reina de Inglaterra pronunció una frase que le habían escrito. y el marketing anglosajón hizo el resto. La presión mediática ( ¡Qué frase, qué ingenio !) era tan fuerte que los cimientos de la torre se empezaron a resquebrajar y los cuervos ahuecaron el ala. Esa familia que saludaba con la mano desde hacía muchos años en el balcón de un palacio, cuando regresaban dentro cada uno iba a lo suyo. No respondían a la supuesta educación recibida, eran débiles y vividores, como la mayoría si nos dejan, llenos de condición humana y miserias. Y claro hoy en día hay televisión, cámaras, fotos o un tipo esperando a ver que pasa. 
Uno de los príncipes que pululaba por Londres se separaba, una princesa lo hacía también, un libro hacía públicos asuntos extra matrimoniales de la futura reina y luego cintas y conversaciones, líos de faldas, descontentos, frustraciones, lloros y lamentos, todo sobre la llamada familia real, los Windsor, y los medios se pusieron las botas ¡Cómo si nunca hubiese sucedido!
¿No hubo asuntos de dinero, como en Holanda o los nórdicos, o esos temas no se tocan? Sólo sexo en una dirección, nada homo o sado,  tan británico en sus escandalos políticos y en un país que no sabemos bien si se practica como afición o sólo lo hace Hugh Grant.
Ese pueblo que en el siglo XVII, a mediados, decapitó a su monarca luego volvió impaciente con otro y el parlamento trato de controlarlo. ¿Lección aprendida?
Ante tanto annus horribilis y temiendo otro XVII, versión XXI,  la maquinaria se puso en marcha, el primer ministro intervino, había que apoyar a la institución, hasta hicieron una peli, "The Queen" para dar un poco de vitamina, y hasta Charles y Camila puede que reinen algún día. Aunque ahora vienen William, con Henry, a cazar a España y defienden a los pobrecitos animales en marketing de televisión ¿ Por qué? Seguramente porque les funciona o les ha funcionado en medio de sus imperfecciones, peinados y bolsos que quieren que marquen tendencia en las señoras que van a la compra.
Curioso que en un país como England la reina María utilizó como lema "La verdad es hija del tiempo" y cambió el de su padre Enrique VIII "Dios y Mi derecho",  luego su mejor monarca Isabel I volvió a "Dieu et mon droit". Yo me quedo con la verdad, la que hay siempre que buscar y no mezclar al buen Dios en la política.
Tomemos nota de lo principal y lo accesorio dejemoslo para la prensa especializada.

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