viernes, 5 de agosto de 2016

¡Un país de camareros!

"¡Manolo! dos con leche y uno solo".
Se oía en los bares, sobre todo, no en las cafetería finas; los camareros se llamaban Manolo, como Dios manda y eran auténticos profesionales; en Andalucía tenían su gracia propia de las tierras de Cádiz, Málaga o Sevilla; en Cataluña procedían de cualquier lugar de las Españas; en Galicia, gallegos a punto de emigrar, en el País Vasco, secos, recios y todos soñaban con la turista rubia, hermosa y de hablar incomprensible.
Ahora los niños/as se llaman, lo peor es que de adultos también se llamarán así, desde Kevin Costner, Cholo Simeone a Belén Esteban, todo junto.
Había unas francesitas en Ibiza que pensaban que mis amigos y yo eramos toreros, o al menos banderilleros; no camareros sino toreros, porque en las Españas los toreros proliferaban como los chalets en la costa.
Hasta que Hemingway lo aclaró un poco, en los USA todo el mundo pensaba que los españoles eramos toreros o guitarristas de flamenco, bailaores o conquistadores, aspirantes a futbolístas.
Nadie veía a un español de científico, ni aunque se llamase Severo Ochoa. Si lo veían pintor bohemio, artista vago y genial; misionero o cabeza de la Inquisición explotada por los ingleses, ahora decadentes intelectuales. Individualistas, habladores en voz alta, anárquicos, idealistas y poco europeos nos llamaban,
Si paseas por los Madriles, hace tiempo, negocios vienen y van, proliferan las peluquerías, los bares y ahora las terrazas, no sólo en mi zona. ¿Soñamos con ser camareros o peluqueros?
Turistas vienen a millones, comen y beben, pero viajan con su maquinilla de corte de pelo y barba.
¿Donde vamos?

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