jueves, 13 de octubre de 2016

El culo de los caballos.

Día desapacible en la capital del reino. Dudas sobre lo que podía llover y al final el desfile tuvo lugar. Los militares a pie o a caballo aguantan mucho.
Las Españas se presentaban ante el día de la Hispanidad con un gobierno en funciones, la posibilidad de una investidura e incertidumbre política; algunos de estos factores novedosos y otro viejos como el Canalillo. No sabemos cuantos sienten ese concepto de Hispanidad, cuantos los valoran en su justa medida y cuanto tratan de adaptarlo al siglo XXI, sin perder la esencia.
Es mucho más que España y sin embargo es el núcleo lo que muchos otros tratan de destruir. 
A la gente hay que explicárselo para que lo entienda; las personas que desfilan ante el pueblo y el Jefe del Estado, orgullosas de la profesión elegida, felices de mostrarse en sus mejores galas, respetuosas, disciplinadas, obedientes, honestas y leales, han escogido esa profesión sabiendo que les pueden pedir que sacrifiquen sus vidas por los demás ( nunca es de desear que llegue ese momento, pero puede llegar, es una realidad), y entonces no han que tener ninguna duda, es un acto voluntario. Aguantar el chaparrón otoñal se convierte en juego de niños
Veía las caras de unos y otros, los rostros de veteranos y jóvenes y veía las mismas caras de siempre, como si fuesen genéticamente los mismos. Supongo que es así, todos son españoles o Iberoamericanos en estos días. 
Me quedé, como siempre con La Legión, no puedo evitarlo, lo he mamado de pequeñito. El carnero orgulloso iba a su aire, porque ha desfilado ya mucho; seguramente acusarán a los legionarios de maltrato a los animales por hacer desfilar al pobre carnero. Un carnero que vive como un pachá.
Los Regulares me trasladaron a otros tiempos y les acusarán de colonialistas o invasores. Al final todo quedaba difuso entre capas blancas y caballos que mostraban su trasero a la cámara, dejando el testimonio sobre el asfalto que alguien tendrá que limpiar.
Es duro ser militar, siempre lo fue y sin embargo no piden demasiado, sólo que les reconozcan su disposición y espíritu aunque sea con un tibio aplauso o la sonrisa de una infanta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario