viernes, 29 de marzo de 2019

Entre American Pie y Goodfellows.

Confieso que hace tiempo copié en USA durante algún examen, que eran tipo test.
Nos dejaban medio solos o medio vigilados, confiaban en nuestra madurez, ojeé, miré al de al lado, comprobé, verifiqué y para horror de los americanos incluso pedi algo a algún compañero que estaba más seguro que yo, nunca me gustaron demasiado los exámenes de test, tan rápidos y sencillos de corregir.
No sucedió nada relevante excepto caras de desaprobación ante aque hecho inaúdito.
En USA dicen que se castiga la trampa y todo el mundo lo hace, lo importante es hacerlo bien y que no te cojan o si te cojen tener un buen, caro normalmente, letrado que te saque del apuro. Los que más fama de tramposos tienen son aquellos que no sean anglosajones o su lengua no sea el inglés, estos tienen más probabilidades de serlo. Supongo que tramposos los hay en todos sitios, pero no hablo sólo de trampas o copiar en un exámen hablo de no decir la verdad, de ocultarse en mentiras para conseguir los objetivos propios,
Luego están las cuestiones de amor. 
En estos USA gustan de bodas y todos, todos, teóricamente, dicen que es para toda la vida y no hay ningún problema para separarse a la primera de cambio, excepto los problemas legales y otra vez el buen abogado. Yo supongo que nadie se cree lo de toda la vida, ni los psiquiatras, también caros, que te moderan el trauma. Da la sensación de un mundo un tanto falso, ideal, artificial, de cine rosa, que luego acaba con la dura realidad llamando a la puerta.
¿Estamos nosotros en esa dirección? Triunfa la hipocresía.

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