martes, 8 de septiembre de 2020

401 golpes.

 ¿Ahora es cuando me doy cuenta que los titulares son sólo eso titulares? No me refiero a los de mi equipo que a este paso serán casi los mismos, me refiero a los de las noticias buscando llamar la atención, quedándose en eso. Aunque parezca mentira toda ha comenzado con Jane Fonda (82 años), muy del gusto femenino, y su frase revolución de mujeres maduras "Sin tinte, sin cirugía sin ropa nueva y sin amantes". Esta bien, correcto, sobre todo sin amantes a esa edad, qué hermoso optimismo. Es una actriz, activista, que saca a la venta su nuevo libro contra el cambio climático, que siempre le he alabado su búsqueda de algo, y como lo vende. No lo voy a comprar, si ha necesitado llegar a esa respetuosa edad para constatar que la peluquería, las clínicas de retoques, los vestidos caros o los amantes que no sabe uno como funcionan, no son ni solución ni panacea, pues bien por ella, porque nunca es tarde. Nos va a descubrir el cambio climático. Rápido me he olvidado de la vendedora, aunque me he acordado de Roger Vadim porque menciona que ha hecho las paces con su hija, de ahí he pasado a Bardot que me gustaba mucho más y he acabado recordando a Truffaut, con su 400 golpes, que si que me gustaba como a Aute. La película es magnífica, triste, Paris a final de los cincuenta, oscuro, sucio, hermoso, Francia recuperando, a vida de un chaval que empieza mal con su padre que no lo es, su madre muy joven que quería abortar, su abuela que le salva, le cuida, robos, reformatorios, huida. Muchos más ingredientes que las facilidades de la hija de Henri Fonda para encontrarse. No hay que perder la esperanza, Antoine Doinel al final llega a la mar, mira a la cámara, aparece la palabra FIN.



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