La Bona Dea , extra omnes obligatorio, también era un acontecimiento de importancia. Corría el siglo de Cicerón, siglo I AC concretamente. Cayo Julio César Pontificex Máximus, 37 años, un trueno, todavía no era lo que iba a ser. Residía por el cargo en la Domus Publica o sea casa pagada para ahorrar. Su mujer de entonces Pompeya, la bella, encantadora, era responsable de los ritos en su casa con su suegra Aurelia a cargo real de la ceremonia porque mandaba mucho. Sin hombres en casa de Cesar, según el estricto protocolo, absolutamente prohibido, además asistían las Vestales. Se trataba de buscar el equilibrio entre dioses y mortales en una ceremonia. Allí descubrieron disfrazado a un hombre joven Publio Clodio Pulcro, que no se yo si lo era, lo de muy pulcro. Una esclava le ayudó a entrar y salir. No está claro si era amante de Pompeya, pretendiente, un ganso u otra cosa. Cesar repudió rápidamente a su señora, ya conocemos la frase, otra de sus famosas frases. Clodio ascendió como un cohete en la polítca. A la ida de Cesar a las Galias fue el hombre más poderoso en Roma, Cicerón al exilio, luego Clodio fue asesinado en la calle.
Lo de Errejón, con sus supuestos tres puntos cuando intentaba ligar, no se como acabará a lo mejor piensa que ha tenido mala suerte de vivir en este siglo. Al fin y al cabo no ascendió disfrazado sino que con su carita sin pelos tenía su éxito en medio de la estupidez de unos y otros u otras o del ojo clínico de dona Manuela.
En los supuestos devaneos de Errejón parece no haber testigos, nadie sabe nada, siempre rodeado de mujeres, del partido o pretendientes a un puesto, conocedoras de su condición y maneras. Tampoco se trata de hacer leña del árbol caído que intenta mantenerse erecto comme d'habitude que cantaba Claude François..
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