No soy griego, por lo tanto mi capacidad de opinar sobre lo que allí pasa es más limitada que cuando opino sobre lo local. Es cierto que el acento extranjero que mejor manejo es el griego y que tengo amigos allí, de corazón, y que hay una isla que llaman el Paraíso en la Tierra que frecuento.
Por otro lado soy europeo de cuna porque lo que es la idea de Europa en la pretendida Unión la veo desequilibrada, deshonesta y demasiado interesada. Es como una catarsis eterna.
El señor Alexis Tsipras convoca elecciones ¿Qué otra cosa puede hacer?
Hizo una serie de promesas que no ha podido cumplir. El pueblo desesperado le votó, porque caía bien, les decía lo que querían oír y les daba cierta capacidad de soñar ante muchos años de sufrimiento y pocas esperanzas de futuro ¿Deseo o realidad?
Ha reconocido sus errores, conserva cierta popularidad y honestamente piensa que hay que reconducir la situación. Supuestamente a eso se dedicarán en la próxima campaña hasta el 20 de septiembre o el día finalmente elegido.
El caso griego debería ser bien analizado y merece una reflexión.
¿Nos creemos todo lo que nos dicen? ¿Dónde está la verdad de los números? ¿Cual es en realidad la capacidad de maniobra económica de un país dentro del euro?¿Sabemos el precio que hay que pagar por estar en ese club llamado Unión Europea?
Grecia, como cualquier país del euro no es China que devalúa, como en los viejos tiempos y a otra cosa.
Y Grecia no está en esta situación sólo por Mr. Tsipras; los otros partidos, los demás políticos, han sido incapaces de arrimar el hombro, ni cuando sustentaron el poder ni ahora.
Difícil solución.
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