viernes, 11 de agosto de 2017

El final de un Príncipe.

El problema de consultar el ipad de vez en cuando es que te ponen al día. No va de reyes la cosa sino de buques de guerra.
Es una historia sencilla, repetida, de cumplimiento de obligaciones.
En el mar Egeo harán pasillo al "Príncipe de Asturias" en su último viaje remolcado desde Ferrol, su cuna, a la costa oeste de Turquía (Leyal ship breaking yard Ltd). Aliaga es su destino final, al norte de Izimir. Cruzará ese Mediterráneo tan familiar por última vez. Cuando pase al norte de las Ciclades inclinaré la cabeza como homenaje a todo lo que representa. Su espíritu y su ejemplo.
Su construcción supuso un reto, gran ilusión y mucho esfuerzo en la Armada, eso que nunca se puede perder. 
Los Harriers, la rampa ski jump (siempre mal pronunciado en castellano), SH-60B, Rota, el Grupo Aeronaval luego Grupo de combate, la revolución tecnológica, la Champions de las Navies. Había que sustituir al entrañable "Dédalo" que lo había dado todo, incluso recibir kamikazes cuando enarbolaba otros colores.
¿Tienen alma los buques de guerra? Algunos sin duda.
En el principio de sus andaduras recuerdo un conocido que nunca pudo ser Jefe de Operaciones con un comandante de eso carismáticos, diferentes, aunque estuvo cerca y nunca superó la oportunidad perdida. 
En 1989 se fué al Mar del Norte con sus nuevas fragatas a su bautismo en las maniobras SHAP SPEAR, los ingleses y sus portaaviones observando. Se comportó como un jabato , lanzando y recuperando aviones como debe ser, en esa mar de hombres que a veces se enfada demasiado y da muchos problemas.
En medio de nuestras relaciones ancestrales de amor/odio,con los ingleses y su Royal Navy, reconocieron el excelente comportamiento de la plataforma, dotaciones y aeronaves. Su gente regresó orgullosa y satisfecha.
No participó en combates; como dice un amigo mío la profesión de las armas sin una carga sable en ristre no es lo mismo, pero estuvo operativo y alistado, dispuesto a entregar su alma inmortal.

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