No hay nada como un buen libro en verano...y siempre.
Anoche el cielo de Apollonas brillaba en todo su esplendor, la brisa del crepúsculo suavizaba la cara norte del pueblo como siempre; pocos metros hay que andar para salirte de los límites de una aldea.
En esas noches del Egeo se distinguen muchas estrellas y algún planeta con facilidad.
Leí una vez un libro de Zubiri, Xavier, un español que quizás sea el penúltimo filósofo que ha habido, ¿un sabio?
En realidad no escribió libros, son notas de sus clases, recopiladas en un tomo y habla de la naturaleza, Historia, Dios; inteligencia, realidad, conocimiento, de Sócrates también. Curioso que afirma que seguramente no era un filósofo ni creó una filosofía, sin embargo fue el que propició lo de Platón y Aristóteles.
Recuerdo que decía, Sócrates, que sus contemporáneos querían saber, descifrar el Cosmos. Para Sócrates eso eran cosas de dioses, a él le preocupaba la realidad lo que veía.
Y ahí está el problema.
Entiendo que esos griegos clásicos contemplando los cielos de su tierra se preguntasen ¿Qué coño es esto tan hermoso, lejano? ¿Cual es su significado? ¿Tiene alguno?
Ahora hasta sabemos la distancia que hay y quizás un AVE espacial llegue algún día.
Mientras hay que resolver los problemas de cada día, en cada lugar y mañana volveremos al ipad que nos dirá lo que pasa en Venezuela, la Casa Blanca o Benidorm. Para Sócrates había estrellas, pero esos lugares y el ipad eran la nada, ni sueños.
Estaban sus conciudadanos y poseían la misma herramienta, la mente. Eso que nos distingue del resto y que tan poco utilizamos ¿Por qué?
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