martes, 15 de agosto de 2017

Hasta siempre al Peloponeso.

No es que haya comido del fruto del árbol prohibido, aunque las higueras están empezando a darlo, es que esto se acaba.
Viaje de vuelta a Chora en hora temprana, justo para coger el Bule Star ferry de turno. 
El sol hace brillar a Portara, sin Ariadne, y la ciudad vieja despierta. 
Los griegos y turistas se agolpan para iniciar la carrera cuando llegue el buque. Todo sucede rápido, atraque, embarque y desatraque.
Rumbo al Pireo, sin niños que canten. No puedo quejarme, ni de los limoneros ni las noches de luna, ni la temperatura ni los frappés. Antes de producir la ruptura total un día en Atenas vendrá bien.
El caso organizado para coger un taxi hace que un turista nórdico se comporte cual hispano en Cullera y pretenda colarse con su familia por el flanco izquierdo para coger el deseado vehículo amarillo.
No llega la sangre al río.
El taxista nuestro vota a Xipras, es de izquierdas, no da razones poderosas en su inglés de salir mal del paso. Los de derechas arruinaron al país y basta, creo que por ellos entiende a los socialistas.
Llegamos a Sintagma y siempre me acuerdo de la primera vez que estuve aquí con 16 años.
Fueron tres semanas y otros tiempos. La Gracia clásica me cautivaba pero también las revistas Play Boy y Penthouse de los puestos de periódicos. Ahora todo es más cutre y el comercio local intenta hacer su agosto para toda la temporada.
Eso si los mármoles de la Acrópolis han encontrado un nuevo emplazamiento.

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