Estos últimos días de agosto no me están gustando. Si se analizan con cierta objetividad y dejamos aparte cualquier otra consideración sentimental o politiqueo barato el poso es decadente.
No se pueden tomar decisiones que afectan a tantas personas ni con las vísceras ni la presión mediática ni los intereses partidistas ni desde un púlpito metiéndose en política en una homilía dominical.
¡Vaya tropa! que diría el cojo Romanones.
No me quedo muy tranquilo al pensar que compatriotas míos ponen su seguridad en manos de los Mossos d'Escuadra, no porque no puedan en teoría funcionar con eficacia sino porque les rebasan situaciones de esta envergadura como se ve en todo lo preventivo y en las acciones contra los terroristas. Me temo que técnicamente hay muchos aspectos oscuros.
Tampoco creo que la madre que retuvo a sus hijos contra una orden judicial este actuando debidamente por mucho que llore y se lamente de sus sufrimientos, los cuales sentimos todos. Los niños son la prioridad.
Los medios han exhibido su tragedia y ahora me da la impresión de estar arrepentidos porque esto es un estado de derecho, igual para todos ante la ley como dijo un rey nuestro.
Los medios han exhibido su tragedia y ahora me da la impresión de estar arrepentidos porque esto es un estado de derecho, igual para todos ante la ley como dijo un rey nuestro.
No se que pasa con nosotros los españoles, incluidos los de Cataluña aunque algunos no quieran, que somos un tanto inocentes, ilusos, ingenuos o somos tan mansos y humildes de corazón que en este mundo funcionamos como si hubiese una vida eterna y el mensaje de aquel de Nazareth fuese La Verdad. Esto es magnífico, estupendo, pero no nos quejemos, que ese reino no es de este mundo.
Y el ex legionario ¿qué debía hacer?
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